El siguiente texto sintetiza el reencuentro entre Ayocuan y su maestro "El coronel" que los enlazaría a ambos con la Historia y los llevaría hasta el Tibet, custodio de milenarios secretos del pasado.
"Con suma delicadeza las manos del alemán recorrieron las líneas en bajorrelieve que formaban el enigmático grabado junto al cual se encontraba. Observé con asombro que mientras sus manos palpaban suavemente las líneas trazadas ... , todo en él revelaba una actitud casi reverente hacia el objeto de su atención. Parecía un joyero examinando una gema de singular valor o un experto en obras de arte valuando una pieza de museo. Repentinamente, sin que mediara explicación racional alguna para ello, llegué a la conclusión de que aquel hombre poseía el secreto encerrado ... que en alguna forma inexplicable había logrado que ... le revelasen todos sus ocultos significados.
Sin poder contenerme exclamé:
— ¿Usted sabe qué eran estos grabados?
El alemán se sonrió enigmáticamente y en lugar de contestar a la anterior pregunta formuló a su vez una interrogación:
— ¿Qué eran cuándo?
— Pues, antes.
— ¿Antes de qué?
— Antes de ahora.
— ¿Antes de ahora? Sólo ... yacían ocultas en medio de unas ruinas.
— No, no; antes, mucho antes. Mi acompañante volvió a sonreír y en seguida añadió:
— No es que no desee contestar su pregunta; tan sólo quiero hacerle ver que generalmente damos al pasado un sentido estático."
"La mujer dormida debe dar a luz": Ayocuán
Die Glocke "La máquina del tiempo"